domingo, 8 de septiembre de 2013

El mercader de esclavos, la caparazón de tortuga y el oro de San Pedro Claver



Aviendo de partirse a los Reynos de Guinea un Mercader amigo suyo que tratava en negros, le diò el P. Claver cantidad de oro, baftate a la compra  de tres esclavos; encargandole que fuèsen los màs ladinos, para que le firvièfen de lenguas con los de su nacion: dixole; que llevàfe aquella limosna por fianca de buen viaje; porque en el logro de ella iva la efperanca de mas almas, que tenia èl cabellos: que estuvièfe cierto, no le dexaria Dios en el peligro, porque no fuèfe a pique la falvacion de tantos, vinculada a su diligencia en el empleo de aquel oro. Tomòle el capitan por prenda de figuridad, fiado en la promefa de el P. Claver, como fi la huviera oydo de Dios. El fucefo fue q a vifta yà de las coftas de Guinea, fe embraciò furiosamente el mar; no baftò aliviar los vafos de la carga, arrojada a las olas, como despojos que rinde la necesidad, para componerfe con el riefgo; mas infolente la tormenta con la que iva ganando, fe declarò a no contentarfe menos que con el ultimo deftroso. Peligroso el socorro de los galeones entre fi, no tuvieron otra conveniencia de apartarfe, sino evitar el defconfuelo de no fer unos ruina de los otros; y perecer a folas, fin aumentar el daño propio con la vifta laftimofa de el ageno. Lo que fue de aquel eftrago  de el mercader, que llevaba a cargo la copra de los negros, lo dirá efte capitulo de una carta fuya, para el P. Claver. 

  En el punto, y tiempo que todos fe ivan ahogando, afi navios como ombres, me faltò la momoria de todo; y folo me acordè de la encomienda de V:P la qual amarrè a un paño, y ciñéndome con èl los calcones blancos, me arrojè a la mar, fiado en efta encomienda, y de las muchas almas, que dependían de ella; fue cofa milagrofa, que no eftando feguros los galeones de el Rey, al punto me deparò Dios, ò las dichas almas una concha grande de tortuga, que me firvièfe de efquife, entrème en ella, y bien aferrado a fus bordes, me facò Dios a tierra con vida, fi bien defnudo, y fin mas hacienda, que los balones blancos, y el paño, en q llevaba guardado el poco oro. No faltarà a la fidelidad, valiendofe de la encomienda para focorrerle, quien fe hallò tan deftituido en payfes remotos pero el buen mercader antes quifo faltarfe a fi mismo, que a la copra de los tres esclavos, que avian de fer inftrumento al bien de tantas almas. Refpetò la necefidad eftrema el oro, que avia refpetado la tempeftad enfurecida. Aviale guardado a èl aquel oro en el mayor peligro; y agradecido èl  le guardò, fin gaftarle en el mayor aprieto. Precio dêftinado para interpretes, fue toda fu figuridad a la ida; y prometiòfe que a la buelta avia de fer toda fu dicha, emplelado yà en interpretes. Comprò tres famofos, q firvieron muchos años al Padre en el minifterio, con increíble fruto: y cogió el mercader el de fu gran fidelidad, en las profperidades, con que fe la premiò defpues el cielo.   

Iosef Fernandez. Apóstolica y penitente vida de V. P. Pedro Claver. Zaragoza, 1966.