Tips de redacción y un poco de filosofía
Escribir mejor tiene que ver más
con la revisión dedicada y el trabajo, que con alguna suerte de inspiración
lírica o formación académica. Seguramente, personas con pocos estudios escriben
muy bien desde la escuela, porque tienen el hábito de leer con atención, y
otras, a pesar de una carrera o hasta con un postgrado, carecemos de estilo y
de una cultura en el trato del lenguaje. Observemos este ejemplo tomado de un
artículo de Rodrigo Uprinmny en El Espectador:
“¿Qué podría decir el gran filósofo Kant
sobre la discusión, infortunadamente polarizada, sobre la tutela concedida a
Camila Abuabara para que el Estado le financie un trasplante en Estados
Unidos?”.
Aparentemente no encontramos
ningún error en la oración anterior, porque estamos acostumbrados al mal uso
del condicional. Si la comparamos con: “¿Qué hubiera podido decir el gran
filósofo Kant…?”, tal vez esta última frase nos suene una opción preferible. Además,
el condicional se vuelve fastidioso si se lo repite mucho. A reglón seguido
escribe Uprimny:
“Algunos podrían pensar que nada pues Kant no habló de derechos sociales.
Pero Kant nos permite en este debate si tomamos en cuenta su formulación más
conocida del imperativo categórico, según la cual uno debe obrar de tal forma
que la regla personal de conducta pueda valer como una ley universal. Sólo es
entonces justa aquella regla que sea universalisable porque se puede aplicar a
todas las situaciones semejantes”.
Pasemos a otro asunto: Uprimny
confunde la moralidad kantiana, derechos sociales y la justicia. ¿No podemos
actuar con justicia sino de manera que nuestros actos sigan un patrón
universal? No se llama acaso a la asimilación de la justicia a la conducta de
masas, universalisable, ¿fascismo? Kant nunca habló de una regla aplicable a
todas las situaciones para que resulten justas, algo imposible, y menos
aplicable a la medicina, que debe atender casos singulares, como debieran
proceder también las sentencias de las cortes. Detengámonos en la argumentación
de Uprimny y de paso reparemos en la redacción:
“Este principio kantiano debería
orientar las discusiones sobre las cuales son
los servicios médicos financiados por el Estado, al menos por tres razones:
primero, porque en general la satisfacción de cualquier derecho cuesta dinero y
los recursos públicos son limitados.
Segundo, porque en salud hay innovación permanente, pero muchas de las nuevas
tecnologías son más costosas.
Tercero, porque estamos viviendo una “transición epidemiológica”, pues estamos
pasando de atender esencialmente enfermedades contagiosas a una prevalencia de
dolencias degenerativas crónicas, cuya atención tiende a ser costosa”.
¿La justificación del racero del
imperativo categórico para la garantía de los derechos obedece a la falta de
recursos? Mejor volvamos a la redacción, que esos asuntos filosóficos manejados
por abogados nos ponen en peligro; preguntémonos si podemos prescindir del uso
asiduo del verbo ser y miremos en el siguiente párrafo un ejemplo del famoso
“cualismo”. Ya sabemos que no debemos usar seis veces el verbo ser en una oración
ni abusar del condicional, en el siguiente caso “habría”:
“Si los costos en salud son
crecientes y los recursos públicos son
limitados, es entonces injusto, en términos kantianos, que sea financiada por el Estado aquella prestación médica que no sea universalizable, por cuanto no
habría recurso suficientes para que pueda ser
otorgada a todas las personas en la misma situación. O que para hacerlo habría
que usar dineros destinados a medicamentos o tratamientos que hubieran tenido
mejores resultados en otras personas, lo cual resulta
también injusto”.
En la última oración del párrafo,
“lo cual” puede sustituirse por el relativo “que”: “lo que resulta también
injusto”. Se usa ‘cual’ en los siguientes casos: a) En complementos
partitivos: “Pidió prestado tres libros, dos de los cuales estaban en
mal estado”. b) En cláusulas absolutas (Dicho lo cual). c) Como término
de locuciones preposicionales: a consecuencia de, gracias a, a pesar de, etc.
d) Como término de la preposición según: «La Ley según
la cual».
Para
colmo, ahora resultó que la justicia tiene por sinónimo la igualdad, ya no una
regla universalizable a convertir en principio racional que condicione la
voluntad. Veamos otro ejemplo de cualismo, que ya sabemos corregir, y más abuso
del verbo ser, además de la falta de una coma antes de sino:
“Si la salud se reconoce como derecho,
entonces el racionamiento de las prestaciones médicas es trágico pero
inevitable. La discusión no es entonces si debe existir o no racionamiento
sino si éste se hace en forma desordenada, encubierta y sin control, lo cual permite, entre otras cosas, que
actores poco santos, como algunas farmacéuticas, usen las tutelas para promover
medicamentos de marca costosos pero de eficacia discutible”.
A la conjunción ‘sino’ la precede
una coma en frases con valor adversativo. También a “pero” suele precederlo una
coma, como en “medicamentos costosos, pero de eficacia discutible” (No se usa
la coma antes de ‘pero’ cuando significa: ‘más qué’, ‘otra cosa que’, ‘salvo’,
excepto’, ‘aparte de’). Veamos otro ejemplo tomado del último párrafo del
artículo en mención, como dicen los leguleyos:
“Hoy
esta discusión en Colombia es
difícil por una suerte de síndrome Saludcoop. Muchos piensan que la plata de la
salud va a ser robada o
despilfarrada por ciertas EPS inescrupulosas, por lo cual es mejor que al menos sirva para dar la mejor atención posible a una persona como Camila Abuabara,
sin pensar en costos. Esta actitud es comprensible
dado el drama humano de esta joven y
las distorsiones y corrupciones que se tenga de la Ley 100….”.
Nadie duda de las capacidades
académicas del Dr Uprimmy, pero le conviene tomar un curso de redacción, pues
repite constantemente verbos como “ser” y “dar”. Tenga en cuenta que no dije:
“le convendría”. En síntesis: el condicional exige la forma “si x entonces y”;
yo lo aprendí hace muy poco. Por otra parte, en lugar de que la plata, es
decir, de que el dinero, “sirva para dar la mejor atención”, tal vez pudiéramos
escribir: “ofrecer la mejor atención”. Si así escribe un jurista al que admiramos
por estructurado y por jurista, con más veras ‘deberíamos’ corregir nuestros
escritos con esmero y esforzarnos por aprender unas normas útiles de redacción.
A todos nos sirve siempre reparar en la redacción y mejorar, ese ‘es’ el punto.
Tal vez no falte la persona que
argumente que el cambio de ‘ofrecer’, o de cualquier otro verbo, por el
repetido ‘dar’, no aporte mucho sentido, y que el mal uso del condicional está
arraigado en toda Hispanoamérica, y que en otros idiomas se justifica, pero la
sola reiteración resulta molesta al buen lector en castellano.
Lo mismo si cambiamos “resulta
mejor” por “es mejor”, o cualquier opción que se nos ocurra. Semánticamente,
cualquier otro verbo tiene más riqueza que el verbo ser y que otros verbos que
repetimos con frecuencia: hacer, deber, poner, dar, etc. Haga el ejercicio con
cualquier escrito y sorpréndase del cambio.
En todo caso, los juristas se
adornan tanto al escribir que no constituyen un buen modelo a seguir y como se
alteran cuando los corrigen, en tales casos se puede aplicar una frase que en
la Crítica de la razón práctica Kant
tomó de Plauto: “aquam a pumice postulare”,
pedir agua de una piedra pómez.