1. Para Chantal Thomas, los títulos de los libros de Thomas Bernhard
están acuñados (frapper) por una brevedad, en lo que acude a “matité”, al
dorado o poca brillantes del metal no pulido, para precisar lo que quiere decir[1].
Chantal Thomas trata los títulos de los libros de Bernhard banales, de o más
comunes libres en su denudes tal vez al modo de las puntadas de los tejidos que
se deshacen con los días.
También ‘Verstörung’ tiene un
nivel de abstracción alto, no por contraposición o comparación con lo concreto,
sino al fijar en un solo concepto una espesa aglomeración de pensamientos y
mundos. Desafortunadamente, Chantal Thomas los asimila a entradas de
diccionarios o palabras extranjeras, pertinaces, repetidas con absurda obstinación
(opiniâtreté), fuera de contexto. Sin embargo, estos títulos títulos pensados
con onerosa tenacidad, están lejos de carecer de emoción, por lo menos en el
caso de ‘Verstörung’, que Chantal
Thomas traduce por ‘Perturbation’. En
todo caso, los títulos “focalizan la energía del habla de un personaje,
caracterizado por el trazo narrativo de no poder hablar sino por encuentro con
palabras ‘disparadoras’ que están completamente ligadas a historias”[2].
Revuelo de un ruido que sirve de mecanismo que extracta un concepto de
situaciones aglomeradas en un ambiente espeso y sórdido, traducido ‘Verstörung’ según la edición de
Alfaguara por Trastorno, según el significado de “störung”: estorbo, molestia, perturbación, trastorno. Ciertamente, no cumple la función usual de un
título, pero en este caso, más que inscribirse en el borde de una realidad
inhospitalaria y desalentar o disuadir al lector, no resulta tanto aterrador,
como asegura Chantal Thomas.
Sin finalidad, sobrepasada la negación, no hay ningún tipo de aberración
o conflicto en la acción, donde más que la crueldad, el dolor no deja a nadie
intacto sin juego alguno éntrela comedia y la tragedia. ¿Realmente, los
personajes de Bernhard están turbados y pierden la cabeza embriagados del ruido
de sus propias palabras al punto del extravío de tanto divagar camino al
suicidio, en tanto el terror resulta atractivo? Tal vez sí han perdido algo, su
contorno se disuelve, pero no entraña ningún desvío. De hecho, el primer
párrafo del texto comprime dos eventos médicos, la muerte de un paciente y un
caso delicado que sacude la imaginación al evocar el aspecto de un niño
quemado, sin explayarse ni detallar en la descripción de lo obvio.
“El 26 salió mi padre a las dos de
la madrugada hacia Salla para visitar a un maestro, al que encontró moribundo y
dejó ya difunto cuando volvió a salir enseguida en dirección a Hüllberg, para
tratar allí a un niño que, en la primavera, se había caído en una tina para
cerdos llena de agua hirviente y que ahora, dado de alta en el hospital,
llevaba ya varias semanas con sus padres”[3].
La primera imagen de la muerte del maestro de padre del narrador se
disuelve rápidamente para dar paso a la del niño muerto, en lo que prevalece
que salga tan temprano a encontrar al moribundo que abandona (Verlassen) tan
pronto muere para, igualmente, dirigirse a tratar (behandeln) al niño, con lo
que prevalece la importancia de la atención al dolor frente al muerto, aunque
ese médico no dejara de asistir a nadie. La novela comienza con la fecha de
salida, sin determinar el mes ni el año, y alude a un momento no determinado en
la primavera, lo que sugiere que el niño lleva tiempo herido, lo que alude al largo
sufrimiento sin nombrarlo.
Para colmo, Bernhard pasa de subrayar que al médico le gustaba visitar
al niño, describe también sucintamente las labores de los padres y el cuidado
del niño a cargo de una hermana de la madre para saltar a que recelaba o temía
(befürchten) que solo tenía todavía un corto tiempo de vida (dass es nur noch
kurze Zeit zu leven habe). El narrador precisa que esa tarde su padre describió
‘tan preciso’ (so genau) y como nunca al niño, que en cierta medida le da valor
a la vez a una manera de actuar y de hablar en la que el lenguaje en sí no tiene
la preponderancia, y sólo prevalece su importancia en el trato incluso del
moribundo. El médico desea visitar al niño con más frecuencia, no para
cuidarlo, sino porque morirá pronto, actitud que rebasa el deber profesional
predominante.
“Ese día mi padre habló del niño con más
detención que nunca y dijo que se temía que le quedase poco tiempo de vida:
Podía afirmar con certeza –dijo- que no pasaría el invierno, y quería visitarlo
ahora tan a menudo como pudiera. Me di cuenta de que hablaba del niño como de
un ser querido, con mucha serenidad y sin tener que buscar las palabras; se
permitió mostrar hacia él un afecto natural, al referirse al medio en que había
crecido –más protegido que educado por sus padres- y completar y aclarar sus
propias suposiciones sobre los padres y sus relaciones con el niño gracias a su
conocimiento del ambiente de las personas descritas”[4].
Que el joven narrador diga que su padre podía con seguridad (Sicherheit)
señala más la garantía que la certidumbre que lo enorgullece y también la
suficiencia del médico en su trabajo al afirmar que no vencería (überstehen) el
invierno. Sin caer en un tono reflexivo, el joven pone atención (Mir fiel auf…)
en la forma de hablar cariñosa de su padre al sostener que el niño morirá
pronto, muy sereno (sehr ruhig) y sin tener en cuenta las palabras (und ohne
sich die Wörter überlegen), superior a ellas. El doctor se permitió (gestatten)
hacia el niño una simpatía o cariño evidente (eine selbstverständliche
Zuneigung) al aludir o dar a entender, que menos educados que guardados (Hüten)
o preservados (behüten) una vez aclara y llena la formulación de sus
suposiciones a propósito de las relaciones (Verhältnis) o el lío entre los
padres y el hijo. El niño está inmerso, suscrito en una situación con sus
padres, que despierta el interés del médico. El conocimiento del entorno
(Umwelt) le permitía al doctor indicar
que antes del accidente de la quemada, los padres retuvieron al niño sin
cultura, sin educar (Erziehen). También
el joven anota que su padre daba vueltas por la habitación y pronto no tuvo más
la insignificante necesidad (Bedürfnis) de volver a acostarse. Este desdeño del
descanso y el escaso deseo de dormir, lejos de mostrar una actitud despectiva,
aunado al nervioso vaivén en el andar del padre, exhibe de entrada diferentes
tipos de trastorno. En cierto sentido el joven alardea de su padre, pero en
esas hace ostensible un problema en el medio en que se educa un niño entre la
mina y la carnicería, y otro en la manera en que la situación afecta a su
padre. El joven se precipita a efectuar estas anotaciones sobre el desespero
disgregado.
Según el joven narrador, su padre se acostumbró a ser víctima (Opfer) de
una población de parte a parte enferma (Er sei es aber schon gewohnt, Opfer
einer durch und durch kranken,...). El sacrificio del padre, único médico en
una zona relativamente grande y también por los cuatro costados “difícil”
(schwierigen), en la que la ‘praxis’ médica raya en la locura, empata con una
dimensión ética, no meramente psicológica que combina la reacción frente al
espeso ambiente malsano de los accidentes, la enfermedad y la muerte con la
intranquilidad suscitada al observar el arraigo de la violencia en la población
y en la familia. En cierto grado los padres también representan una dificultad
para el hijo, y más que eso, el médico veía en la caída del niño a la tina más
de lo que cualquier lector desprevenido advierte al pasar su vista por los
primeros párrafos de la novela; en todo caso, no un mero accidente. De otra
parte, no se aprecia en el relato ambigüedad alguna, y sin embargo, nos dicen
que el médico se había acostumbrado a la violencia a la que junto con la locura
la población tendía, y ante el trabajo arduo en esta comarca sin esperanzas de
que llegara otro médico, según cabe colegir[5].
La población se inclina (neigen) pues a la violencia y se vale de la
fuerza, bien con brutalidad incluso con el poder de la autoridad, pero en al lado
de esta tendencia yace la propensión a la demencia; a la locura (Irrsinn)
propia de alguien enajenado (Irr), errado, equivocado.
2. A pesar del poco tiempo, el médico le decía a su hijo que sentía que era
un tranquilizador (Beruhigung) siempre más necesario cuando pasaba el fin de
semana con él. Al médico, la compañía de su hijo calma su inquietud. El padre
estaba cansado (Er wirkte müde), sobrellevaba el efecto del cansancio, pero
llamaba a su hijo para que fuera con él a admirar el florecimiento de un
castaño; aprovechaba su poco tiempo libre con su hijo al que le decía que
frecuentemente para él todo era demasiado (oft ist alles zuviel)[6].
Atafagado de trabajo y seguramente del cuidado de la casa y sus hijos, todo
resulta demasiado. Entonces los interrumpe el hotelero de Grandberg en lo que
escucharon sobre la esposa de este lo más inquietante (beunrugigen)[7].
La narración de preocupaciones despunta luego de la conmovedora alusión
al niño quemado que se disuelve volatizada en la brevedad de la relación. La
mujer había estado ocupada (beschäftigt) atendiendo durante horas entre
borrachos divididos en dos grupos hostiles (sich als zweu feindliche Gruppen…)
sentados de frente, es decir, que la disposición de los mineros en el bar
propició la reyerta y el incidente en el que la mujer recibió de uno de los
mineros, de uno de estos hombres de la montaña, sin ningún fundamento (völlig
grundlos). Ocupada en servir la mujer fue abatida sin razón alguna, y en el
mismo instante se desmayó (ohnmächtig), se desvaneció y entre los mineros su
cuerpo se desplomó al suelo. En estas, contrasta la torpeza de los espantados,
horrorizados mineros (Die entsetzten Bergmänner) que al llevarla a la
habitación con desmaña habían vuelto a golpear la cabeza de la mujer con la
baranda.
“Ella, dijo su marido, ocupada
hasta las dos de la madrugada en servir a unos mineros que, borrachos desde
hacía horas, se sentaban frente a frente en dos grupos hostiles, había recibido
de uno de los mineros, sin motivo alguno, un golpe en la cabeza e,
instantáneamente, había caído al suelo desvanecida. Los asustados mineros la
habían llevado enseguida a la alcoba, situada en el primer piso de la posada,
operación en la que la cabeza de la mujer había tropezado varias veces con la
barandilla”[8].
Desleída la historia del niño quemado en la tina con agua hirviendo, la
condensación de la anécdota de la mujer fija otro tipo de problema, ahora de
índole legal, pues los mineros corrieron a donde el marido de la mujer para que
denunciara ante los gendarmes a Grössl, el culpable del golpe, con antecedentes
penales y al que, “aunque superficialmente, conocían todos” (wenn auch flüchtig,
ihnen doch allen bekannt sei...). Es decir, que el marido dormía mientras la
señora trabajaba entre borrachos y que el conocimiento de las personas es
volátil y más que fugaz, somero, casi nulo.
En lo que atañe a la discriminación de la mujer, el joven recoge los
pensamientos del padre sustentados en una monstruosa (ungeheuere) brutalidad o
rudeza (Roheit). Esta enorme crudeza en el trato de los hoteleros hacia sus mujeres
se recrudecía por el abandono de ellas solas entre los hombres que desataban su
violencia bebidos, pues iban a la cama temprano fatigados del trabajo diurno en
el campo, al solo pensar en el negocio, igual que la mayoría de los médicos.
“No era raro que la víctima fuese
la propia mujer –ya en circunstancias normales indefensa-, obligada por el
posadero de la forma más odiosa a atender a los borrachos durante la mitad de
la noche o durante la noche entera, con el único fin de sacarles dinero por todos
los medios y de atiborrar sus sufridos estómagos del aguardiente más barato”[9].
Por lo tanto, mientras en la medicina y en las ventas se impone el
interés de lucro, la mujer trata de encajar sin resistencia (widerstandslosen),
sin que les repugne, en los intestinos de los mineros el más económico
(Billigsten) de los aguardientes (Brand). La hermosa traducción de Miguel Sáenz
insinúa que beben para aliviar sus penas en la metáfora de los sufridos
estómagos, pero estos mineros beben este licor que quema y que debiera
repugnar, sin ninguna desagrado, y la manera en la que beben desagrada al
médico.
Al marido le recomiendan no esperar hasta la mañana para la denuncia y
despiertan a los gendarmes a los que tiene que convencer para ir a tomar la
declaración de los mineros sin demora, pero a la vuelta, en la posada ya se
habían ido todos los mineros, menos Kolig, de otra provincia, por lo que se
arrepintió de haber dejado a su mujer inconsciente y sola.
Una vez más, aparte del humor retorcido de Bernhard que deja a la imaginación lo que
hubiera aprovechado para hacer Kolig con la mujer del hostelero, y que sólo
esta fuera la preocupación de este, con un “inmediatamente pensó” ( Sofort habe
er gedacht), es decir, que al momento de ver a su mujer considera un error
haberla dejado sola con Kolig, sale a
colación de nuevo, esta vez, “espantosas” (grauenhaft), y repentinas (plötzlic)
conjeturas y sospechas. La suposición (vermutung), el recelo, y la sospecha
(Verdacht) producen otro tipo de perturbación relacionada con las personas
cercanas, en el caso del hostelero y su mujer, en el orden de la sexualidad.
“Inmediatamente –al encontrarse
de pronto ante su mujer, lleno de horribles sospechas y conjeturas, y ver a
Kolig, el minero que había estado todo el tiempo con ella, al que no conocía
bien, sino sólo por sus visitas irregulares a la posada, que no era considerado
como del pueblo, en el sentido de persona de fiar y que hablaba, además, un
dialecto Estiria desagradablemente distinto del de la región- había pensado que
no hubiera debido dejar sola a su mujer ni un segundo”[10].
A este conocimiento frívolo entre
los mineros de la región, y la segregación por el lenguaje, inquieta que Kolig
no pudiera articular palabra y escasamente se mantuviera de pie, lo que indica
que no asistió a la mujer durante todo el tiempo en que fueron por los
gendarmes y que uno de estos le tomara fotos como si ya estuviera muerta en una
clara muestra de ensimismamiento psicótico
abstraído y ajeno al sufrimiento de los demás. Sin embargo, la
desatención al dolor resulta corriente, extensiva y de carácter masivo. “Apenas había mencionado el más viejo de los
gendarmes las lesiones graves, todos habían caído en que había que avisar a un
médico. “Entretanto habían pasado algunas horas”, dijo el posadero”[11].
Dilatado el abandono, el médico llega dos horas y media después, nota
que por sus heridas la mujer debe de ser conducida al hospital y durante el
trayecto el hostelero no cruza palabra lo que muestra un problema de
incomunicación. Seguido, sin describir, se delinean dos tipos de sufrimiento
más, pues la mujer vivía en una habitación húmeda y oscura incluso a plena luz
del día, y de otra parte, el joven remonta a su infancia en lo que apunta que
desde la muerte de su madre, siempre solo dependía (Angewiesen) de sí (auf mich
allein) de sí y que su hermana debía experimentar (empfinden) “de forma mucho más dolorosa” tal vivir
por su propia cuenta[12].
Este mayor grado de sentir el dolor que tiene la hermana respecto de una
experiencia similar de abandono ante la ausencia de la madre tiene que ver con
una situación que, engañosamente, no se considera traumática en parangón con la
exposición a la enfermedad. Al joven le consterna que el hospital no tenga una
sala de operaciones, y en cierta medida le sorprende que este tosco agricultor,
carnicero y hostelero le cogiera la mano llorando a la moribunda y que luego no
le hubieran permitido permanecer con el cadáver abandonado a sí, en un patio a
donde lo condujeron, en el que se le deja enteramente a sí mismo (…wo er,
gänzlich sich selbst überlassen,…). Incluso el muchacho lo deja solo (Ich liess
ihn allein) de modo que no viera que lo observaba (beobachten).
“Estaba muerta incluso antes de
llegar al único cuarto –no se podía llamar sala- de operaciones existente en el
hospital, y su marido lo presintió y, mientras los enfermeros la llevaban por
el pasillo, le cogió la mano llorando. No le permitieron quedarse con el
cadáver sino que lo acompañaron abajo, al patio, donde, totalmente abandonado a
sí mismo, tuvo que esperar media hora a mi padre. Yo lo dejé solo observándolo
de forma que no notase que lo observaba”[13].
Por lo tanto, este dejar en
soledad, secuela del aislamiento ante la muerte, repercute en toda la obra por
efecto de la enfermedad común latente en todos. El muchacho observador,
diferencia dos formas de ejercer la medicina, una como negocio y otra, en el
ejemplo ético de su padre, atenta a las penas producto de la enfermedad y la
violencia, tal vez por conocer a estas personas a las que asistía. El médico
pasea con el hostelero, procuró tranquilizarlo (und versuchte ihn zu beruhigen)
y le habló de las formalidades de las que se encargó de relevarlo, dispuesto a
acompañarlo a la sala de autopsias para aliviar su dolor (…schmerzlindernd mit
ihm gemeinsam gehen). En consideración del médico, sería mejor no aislarlo en
su agonía (…sich nicht abzusondern in seiner Qual), que permaneciera entre la
gente, disociado entre la turba el sentimiento predominante de separación y por
consiguiente, de asilamiento. Ya se había aludido a la orfandad de los niños
del médico por la madre muerta; ahora el hostelero queda desamparado ante una
mujer de la que estaba por sus ocupaciones de cierto modo apartado y en un
retraimiento que no se advierte sino ante la muerte de la otra persona en un
ambiente de desidia e indolencia. El dolor, el sufrimiento y la enfermedad siempre
llegan imprevistos.
Esta pena, Qual, femenino
sinónimo de tormento, cercano a la tortura y el martirio, suple en el caso del
hostelero a trastorno o perturbación de Verstörung,
variantes constantes de aturdimiento, físico o anímico en las figuras del luto
y el duelo. A su vez, hay que agregar la violencia verbal que revierte en este
ambiente de abandono en la imagen de los gendarmes que la cogen con el embotado
Kolig “al que calificaron de embrutecido
y cada día más irresponsable hacia su familia de seis bocas”[14].
La estupidez (stumfsinn) con que califican a Kolig raya en el tedio que
repercute en un desarreglo ‘inescrupuloso’ (gewissenlos) respecto a su familia[15].
Por último, también estremece al joven que la demora en la atención careciera
de importancia por el tipo de herida en la cabeza que produjo un derrame.
No obstante, la brutalidad no es sólo de índole moral, sino que el trato
con el ganado y el trato propio del comercio en las posadas hacían que la
brutalidad en sí encarnara en el hostelero, expresión burlesca que muestra un
desprecio de la filosofía de corte trascendental, lo que contrasta con su
lloriqueo perdido por completo (und gänzlich verloren war).
3. Igualmente, el carro mortuorio ejerce en el joven una espeluznante
(grausige) fascinación, en tanto para su padre médico la medicina parecía una
ciencia inescrutable (wie in einer mehr und mehr durchschaubaren Wissenschaft).
Sin embargo, esta sugestión de la muerte y la precariedad de la medicina, discrepa
con la opinión del médico al estimar que de la compañía del joven en sus
visitas revertía en una continua tristeza (eine fortgesetzte Traurigkeit) en
tanto sólo atendía y manejaba lo enfermizo y triste (traurig).
“Para mí, dijo, debía de ser una
continua tristeza acompañarlo, y por ello vacilaba casi siempre en llevarme con
él en sus visitas, porque siempre resultaba que todo lo que él veía, tocaba o
atendía era enfermizo y triste; se tratase de lo que se tratase, se movía
constantemente en un mundo enfermo, entre gentes y personas enfermas; incluso
cuando ese mundo pretendía o simulaba estar sano, estaba en realidad enfermo, y
las gentes y las personas, incluso las pretendidamente sanas, estaban enfermas
siempre”[16].
El médico se mueve en un mundo enfermo, entre individuos enfermos, pero
además, este mundo pretende (die Welt vorgebe), finge (vortäusche), estar sano,
en lo que el médico evita la tristeza, sin caer en la incuria, por fuerza de la
costumbre en tanto estimaba que al joven lo podía perturbar. Esa posibilidad de
desestabilización que en primer lugar provoca la enfermedad por doquier, a su
vez lo puede volver pensativo de una manera dañina. Luego, el trastorno se
origina previo al pensamiento perjudicial, pero lo refuerza.
“El estaba acostumbrado, dijo,
pero a mí podía trastornarme e inducirme a reflexiones perjudiciales;
precisamente yo, en su opinión, tendía siempre a dejarme trastornar por todo y
por todos, de una forma que me hacía daño. Y lo mismo ocurría a mi hermana, de
un modo mucho más peligroso aún”[17].
En este dejarse trastornar (verstören zu Lassen) por todo anida una
inclinación (Neigtung) a un modo de pensar perjudicial (schädlich), desgastante
y cabe colegir en el mundo una similar propensión a la perturbación como a la
enfermedad y a la tristeza, en tanto lo mismo sucedía a la hermana en una
medida más peligrosa (gefährlicheren Masse), lo que constituye un riego
permanente (Es ist immer ein Risiko). El doctor temía que la vista de la
enfermedad pudiera perjudicarlos (schädigen), estropearlos[18].
Bernhard no usa la palabra trauma y lo nocivo se refiere a un daño concreto.
[1] “Gel,
Corrections, Oui, L’Imitateur, Le Neveu de Wittgenstein, Des arbres à abattre,
La Cave, Le Roid, Un enfant, Béton, Extinction… Les titres des romans de Thomas
Bernhard frappent par une brièvete, une matité du nom, le plus banal, le plus
commun, livré dans sa nidité, souvent sans la précédence d’un article – Telle
une entrée de dictionnaire, ou un mot étranger que l’on se répète avec une
opiniâtreté absurde, hors de tout contexte pour se le remémorer”. THOMAS, Chantal.
Thomas Bernhard. Les contemporains, éditions du seuil. P. 11
[2] “Ils son l’inverse des mots
émotionnels, des “mots fétiches” qui (dans Perturbation) focalisent l’énergie
de parole d’un personage, caractérise par ce trait narrative de ne pouvoir
parler que par rencontre avec des mots déclics, auxquels sont liées des
histories toutes faites. Elles se débitent, au mot dit, avec l’automatisme d’un
billet de transport ou d’un sandwich craché par une machine”. Ibid. p. 11.
[3]
BERNHARD, Thomas. Trastorno. Alfaguara
Bolcillo, Traducción de Miguel Sáenz. Madrid, 1999. P. 13.
[4]
Ibid. p. 13-14. “An diesem Tag hat mein Vater so genau wie noch nie das Kind
besrieben un gesagt, er befürchte, dass es nur noch jurze Zeit su leben habe. Mit Sicherheit könne er sagen, dass
es den Winter nicht überstehen werde, und er werde es jetzt, so oft als ihm
möglich, aufsuchen. Mir fiel auf, das er von dem Kind wie von einem geliebten
Menschen sprach, sehr ruhig und ohne sich die Wörter überlegen zu müssen; eine
seblstverständliche Zuneigung zu dem Kind gestattete er sich, als er das Milieu
in welchem das Kind aufgewachsen und von seinen Eltern weniger erzogen als
behütet worden ist, andeutete un seine Vermutungen, die Eltern un ihr
Verhältnis zu dem Kind betreffend, mit der Kenntnis der Umwelt der Beschrieben
ausfüllte und erklärte”. Thomas Bernhard. Verstörung. En: BERHARD, Thomas. Die
Romane. Suhrkanp Verlag, Tübingen, 2008. P. 273.
[5]
“Sin embargo, él se había acostumbrado ya a ser víctima de una población
básicamente enferma, propensa a la violencia y el desvarío”. P. 14. “Er sei es
aber schon gewohnt, Opfer einer durch und durch kranken, zur Gewalttätigkeit
sowie zum Irrsinn neigenden Bevölkerung zu sein”. P. 273.
[6]
“Mientras yo me vestía, me habló de un “fenómeno de la naturaleza”, de un
castaño que ahora, a finales de septiembre, estaba floreciendo y que él había
descubierto en las afueras, a orillas del Ache. Quería aprovechar la
oportunidad, dijo, para hablar conmigo de una vez; probablemente, pensé, de
algo relacionado con mis estudios en Leoben, en la Escuela de Minas. Ahora
habría tiempo, dijo, antes de que se pasara el día dedicado a sus visitas. “Sabes?”,
me dijo, “ a veces no puedo más”. P. 14.
[7]
“…und wir hörten über die Frau des Gastwirts das Beunruhigendste). P. 274.
[8]
P. 15. “Sie sei sagte ihr Mann, bis zwei Uhr früh mit dem Bedienen von
Bermännern, die, bereits mehrere Stunden betrunken, sich als zwei feindliche
Gruppen gegenübergesessen waren, beschäftigt, auf einmal von einem der
Bermänner völlig grundlos auf den Kopf geschlagen worden un im selben
Augenblick ohnmächtig vor den Bergmännern auf dem Boden gelegen. Die entsetzten Berfmänner hätten sie
sofort in das im ersten Stock des Gasthauses gelegene Schlafzimmer
hinaufgetrangen, wobei der Kopf der Frau mehrere Male gegen das Stiegengeländer
gestossen sei”. P. 274.
[9] P. 19. “Nicht selten ist die von
einem Gastwird auf die widerwärtigste Weise zu den Besoffenen zu dem alleinigen
Zweck, ihnen unter allen Umständen das Geld aus den Taschen herauszuziehen und
den billigsten Brand in ihre widerstandslosen Därme hineinzupressen, auf
verlängerte halbe und ganze Nächte, auch in ihrer ordinären Art hilflos in das
Gastzimmer kommandierte eigene Frau das Opfer”. P. 278.
[10] P. 16. “Sofort habe er gedacht, das
ser seine Frau nicht einen einzigen Augenblick hätte allein lassen sollen, wie
er da plötzlich in den grauenhaftesten Vermutungen und Verdächtigungen vor ihr
neben dem die ganze Zeit mit ihr zusammen gewesenen Bermann Kolig stehen
musste, der ihm nicht näher, nur von unregelmässigen Gasthausbesuchen bekannt
war und nich näher als einheimisch im Sinne von vertrauenswürdig galt, auch
einen sich von dem in der Gegend gesprochenen unangenehm unterscheidenden
steiermärkischen Dialekt sprach”. P. 275.
[11]
P. 17.
[12]
“Se me ocurrió que mi padre me llevaba rara vez con él en sus viajes y que,
desde la muerte de mi madre, yo dependía sólo de mí mismo. Mi hermana, porque a
ella le pasaba igual- debía de notarlo de forma mucho más dolorosa”. P. 18. “Mir fiel auf, wie selten ich
von meinem Vater auf seine Fahrten mitgenommen wurde un dass ich seit dem Tod
meiner Mutter immer nur auf mich allein angewiesen bin.
[13] P. 18. “Sie war, noch bevor
sie in das einzige im Spital vorhandene Operantionszimmer, man kann nicht sagen
Operationssal, hineingekommen war, gestorben, und ihr Mann hatte das gefühlt
und, während die Pfleger sie über den Gang shoben, ihre Hand gehalten und
geweint. Man liess ihn nicht selbst überlassen, eine führte ihn in den Hof
hinunter, wo er, gänzlich sich selbst überlassen, eine halbe Stunde auf meinen
Vater warten musste. Ich liess ihn allein und beobachtete ihn, so, das ser
nicht sehen konnte, dass ich ihn beobachtete”. P. 277
[14] P. 17.
[15] “…den sie als stumpfsinnig, mehr
und mehr gewissenlos seiner sechköpfigen Familie gegenüber, bezeichneten”. P.
276.
[16] P. 21. “Es sei mich eine
fortgesetzte Traurigkeit, wenn ich ihn begleite, und aus diesem Grund zögere er
auch die meiste Zeit, mich auf seine Krankenbesuche mitzunehmen, weil sich
immer in allen Fällen zeige, dass alles, was er aufsuchen und anrühren und behandeln
müsse, sich als krank und traurig erweise; gleich, um was es sich handle,
bewege er sich fortwährend in einer kraken Welt unter kranken Menschen,
Individuen; auch wenn diese Welt vorgebe, vortäusche, eine gesunde zu sein, sei
sie doch immer eine kranke und die Menschen, Individuen, auch die sogenannten
gesunden, immer krank”. P. 279.
[17] P. 21. “Er sei daran gewöhnt,
mich könne das aber möglicherweise verstören, mich auf eine mir schädliche
Weise nachdenklich machen; gerade ich neigte seiner Meinung nach immer dazu,
mich von allem und jedem verstören zu Lassen, über alles und jedes auf eine
mich schädigende Weise nachzudenken. Und meine Schwester in einem noch viel
gefährlicheren Masse”. P. 279.
[18]
“Lo que más temía él, dijo, era que alguno de nosotros, mi hermana o yo,
pudiera quedar traumatizado para toda su vida por la vista de un enfermo y su enfermedad,
cuando la preocupación de mi padre había sido siempre lo contrario”. P. 21. “Am
meisten fürchte er, dass einer von uns, meine Schwester oder ich, durch das
Anschauen eines Kranken und seiner Krankheit für sein ganzes Leben geschädigt
sein könne, wo er doch immer auf das Gegenteil an uns bedacht sei”. P. 279.